viernes, 22 de julio de 2011

El viajero del yermo

¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos?
- William Blake


Una nube de polvo cubría el camino. El pistolero avanzaba despacio por el yermo, nada tras el, nada delante, sólo lo que llevaba encima y hasta eso era poco. Una pistola, un sombrero, una guitarra y cientos de recuerdos que, poco a poco, se iban convirtiendo en ese mismo polvo que pisaba.
Por fin encontró un recodo entre unas rocas, apenas un preludio de la montaña que había detrás. Allí se sentó y afinó su guitarra un poco, se sorprendió, pues apenas tuvo que tocar la quinta cuerda. Maldita cuerda, nunca conseguía que sonara como en aquellos días, cuando, con ella sentada en la cama, era capaz de decirle aquellas cosas con esa guitarra.
Ahora todo era yermo, y su sombrero, y su pistola, y su guitarra.
Se resignó a que ya estaba bastante afinada, colocó los dedos en posición, encallecidos, preparó su mano izquierda, con esas uñas horribles y... nada. 


Nada.





miércoles, 20 de julio de 2011

Conversaciones entre humo II







¡Ay! las canciones,
la ceniza se desmorona,
la camiseta me aprisiona,
mirada fija en un punto,
sin ver, sin mirar, un difunto,

a veces fiesta y baile y risas por horas,
a veces durante sólo un minuto son,
para ti, la peor de las bandas sonoras,

¡Ay! las canciones


- Te lo dije
- A él también se lo dijeron
- Eso es lo más divertido

El diablo se levantó mientras el Otro distraía la mano girando su vaso, contraluz de la silueta mientras atraviesa la estancia hasta la puerta de luz. La otra mano hacia la frente. Risas, risas en lo profundo.

- ¡Espera!. - Llamó al diablo, que giró la cabeza. - ¿Para cuándo la próxima cita?.
- (sonríe) Sólo me levanto para mear.

Llevaban días hablando, semanas, discutiendo, hablando, jugando una partida interminable de ajedrez. Pero el diablo siempre ganaba. - ¿Quién será ella la próxima vez?.- Pensaba el otro.




jueves, 14 de julio de 2011

Comodines y jokers

Una princesa entre conspiradores, ascuas de dragones en su pelo. Esa sensación de que te vas a caer cuando miras las estrellas. Cientos de palabras que no se me ocurren, cada una para un lunar o una peca de esa piel, marcándome los lugares que besar. Y una canción, al oído, que se me cierran los ojos y sólo puedo pensar en esa voz.

Se me caen la espada y el escudo.

Y dices que el amor de las historias no existe, pero mientras me lo dices y me miras y te oigo y te miro, yo, no me lo creo.

Y en algún lugar, sentados a una mesa delante de una baraja de póker, el Diablo y Dios se ríen sin parar.
- Ha sido una buena idea
- Ja. Aún no has visto nada